
Foto: Sergio F Cara (NotiPress)
Los jardines urbanos comenzaron a ser reconocidos no solo por su valor ecológico, sino también por su aporte directo a la seguridad alimentaria. Según un estudio desarrollado en Varsovia, estos espacios proporcionan cultivos comestibles que benefician la dieta de los residentes, sin necesidad de grandes extensiones de tierra ni fines comerciales.
Desde inicios del proyecto, investigadores identificaron que los cultivos de frutas y vegetales generaban una fuente complementaria de alimentos. En palabras de uno de los expertos: "Incluso tales intervenciones pequeñas o jardines de parcelas podrían convertirse en una fuente de alimentos para personas individuales. Ciertamente, no será un elemento muy grande del sistema alimentario, pero puede ser una adición y una pieza en un rompecabezas más amplio".
En este contexto, participantes del estudio resaltaron que las cosechas generadas dentro de sus huertos representaban un ahorro concreto. Una persona entrevistada afirmó: "Este jardín comunitario realmente me dio muchas cosechas este año y fue un gran apoyo para mi dieta, para lo que debía comprar". Esto sugiere una función alimentaria activa en momentos donde los precios y la disponibilidad de productos pueden resultar inestables.
Además del beneficio material, el cultivo propio se convierte en una herramienta para enfrentar los efectos del cambio climático desde el nivel local. Los jardines comunitarios forman parte de una estrategia de adaptación climática mediante el uso de soluciones basadas en la naturaleza, las cuales promueven el uso de residuos orgánicos, aumentan la infiltración de agua y reducen emisiones de gases de efecto invernadero.
De este modo, en Varsovia, la distribución de espacios verdes potenciales asciende a 1,864 hectáreas, con una media de 23 metros cuadrados disponibles por habitante para actividades de jardinería en algunas zonas. Esta cifra revela una oportunidad concreta para ampliar el acceso a cultivos propios dentro de un entorno urbano denso.
Parte del éxito en la implementación de estos huertos recae en su accesibilidad. La cercanía al domicilio permite a los participantes cuidar de sus cultivos durante el trayecto hacia o desde el trabajo, lo cual aumenta su involucramiento. La ubicación próxima también reduce barreras logísticas que suelen limitar la participación comunitaria.
Otro aspecto relevante está relacionado con la propiedad de los cultivos. El mismo estudio señala que, para muchos, la pérdida de frutas o vegetales cultivados representa un factor de desmotivación. Esto se vincula con el esfuerzo invertido en el mantenimiento diario de los jardines. Según un testimonio: "Probablemente sí, sucede bastante a menudo (…); probablemente no nos apegamos demasiado a esos cultivos, pero también nos damos un margen, tal vez alguien simplemente los recoja y no lloramos por eso".
Finalmente, la función alimentaria, aunque no sea la principal según los líderes de estas iniciativas, cobra relevancia al integrar la actividad cotidiana con el acceso directo a productos frescos. Esta interacción entre cultivo y dieta urbana configura una respuesta tangible frente a los desafíos ambientales actuales.
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